THIS IS 40 (JUDD APATOW, 2012)


-AVISO SPOILERS-

Tus grupos favoritos son de los 90, y ahora que tienes 40 descubres que toda la música que te gusta es triste. Da igual lo mucho que busques en tus listas de Spotify: no encontrarás una sola canción para levantarte el ánimo. Ese es el principal problema de Pete (Paul Rudd) en Si fuera fácil. Y el mío también. Citar a los Pixies es uno de los golpes bajos de una película -como si Apatow supiera lo que me gusta- que de primeras busca que nos identifiquemos con sus personajes a través de hábitos y conductas demasiado universales: tienen el iPad, juegan al Candy Crush, están enganchados a Perdidos. Son recursos tan "facilones" como aterradores: demuestran que todos somos iguales.


Si fuera fácil plantea también los problemas más "profundos" que acarrea cumplir 40. Por ejemplo, lo duro que es asumir que sólo unas 600 personas comprarían un disco de tu grupo favorito, por mucho que te guste su música. Esa sensación de frustración, de incomprensión, hace que Pete acabe llorando después de su jornada laboral. Es lo mismo que siento yo cuando no puedo comentar con nadie el último capítulo de Mad Men en mi trabajo. Lo más complicado de llegar a los 40 es que sabes que, a poco que te esmeres repasando tu vida, es fácil llegar a la conclusión de que eres un fracasado. Pete es un iluso, pero Apatow no le juzga. Menos mal, porque si lo hiciera, nos estaría juzgando a todos. Por suerte, lo mejor que tiene Si fuera fácil es que es una comedia amable. Aunque todos sus personajes tienen inseguridades, defectos y mezquindades, son retratados desde una tolerancia comprensiva y cómplice.


Esa mirada casi paternal llega a ser tierna cuando se centra en el núcleo familiar protagonista, con dos niñas adorables -son las hijas del director- que viven en una casa ideal que parece sacada de una revista de diseño de interiores. Pero Apatow nos engaña con esa estampa idílica: los protagonistas no pueden pagar esa casa, ni el tren de vida consumista de iPhones y escapadas románticas de fin de semana para mantener viva "la chispa". Están endeudados hasta las cejas. Esto también me suena: me levanto todos los días planteándome quitarme de Canal Plus.


En Si fuera fácil, Judd Apatow se deja llevar de nuevo por esa tendencia que hizo que Hazme reír (2009) tuviera una duración de 146 minutos. No solo porque permite que sus actores improvisen, sino porque plantea una historia completamente abierta, expansiva, con una gran cantidad de personajes, sin buscar ningún tipo de economía dramática, permitiendo que las situaciones se repitan: Pete es un Sísifo de sitcom que se mata a quemar calorías en su bicicleta de carrera, para luego hincharse a cupcakes. Además, la película se extiende abarcando tonos -de comedia- muy diferentes: desde el costumbrismo tierno de la vida doméstica de la familia, pasando por el humor chusco de los pedos de Pete; el toque picante que aporta el cuerpazo de Megan Fox; un Albert Brooks completamente pasado de rosca; el humor referencial de Chris O´Dowd y los cameos; esa secuencia gamberra en la que los protagonistas se enfrentan a una enloquecida madre interpretada por Melissa McCarthy. Hasta Lena Dunham -una favorita personal- asoma la cara por ahí.


Puede que Si fuera fácil vaya dirigida a nosotros, los cuarentones, pero la película no se deja limitar por su título original y toca, superficialmente, los problemas de todas las etapas de la vida. Los abuelos agobiados por tener que mantener una segunda familia -tras el fracaso de la primera- pasados los 60. La hija adolescente, bastante lúcida por cierto, que atraviesa una crisis hormonal tremenda. La hija pequeña que simplemente no entiende nada, pero siente verdadero terror ante lo que le espera. Aunque los personajes de la película atraviesan momentos diferentes de su existencia, hay algo que los iguala a todos: tienen más preguntas que respuestas. A Apatow no le interesa -tampoco puede, nadie puede- aportar soluciones a esas interrogantes. De hecho, los conflictos que plantea para sus personajes no se resolverán durante la película. Si fuera fácil parece decirnos que la vida es luchar continuamente, y eso es una mierda, sí, y que nadie es realmente feliz, también, pero precisamente por eso lo mejor es tomárselo todo con humor. Tampoco nos queda otra.

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