TOKYO TRIBE (SHION SONO, 2014) #MUESTRASYFY


No es precisamente usual ver una película japonesa musical de gangstas raperos. No. Basada en un manga de Santa Inoue de 1993, la propuesta descoloca porque -al menos yo- no estoy demasiado seguro de si el ver a japoneses comportándose como clichés afroamericanos barriobajeros es realmente una marcianada o es que yo soy un paleto. Quizás en la sinopsis de IMDB encontremos una pista: "En un Japón alternativo..."


Lo primero que hay que decir es que Tokyo Tribes es un musical en toda regla: absolutamente todos los diálogos son cantados, o más bien, rapeados. Cada tribu o pandilla vive en un barrio de la metrópoli y en un decorado que parece sacado de Broadway. La principal función de estos escenarios es permitir el movimiento de una cámara que busca siempre el plano-secuencia; pero también darle espacio a los grandes grupos que forman las pandillas y sus coreografías para bailes y sobre todo para peleas. Porque si la primera parte de la película -que dura en total 116 minutos- se centra en la música y juega con los clichés del hip hop, el segundo tramo se convierte en una cinta de acción con peleas -algunas- espectaculares y tiroteos.



El director de culto Shion Sono -cuya filmografía desconozco- se hizo conocido internacionalmente con Love Exposure (2008) una película de 4 horas que le valió el premio FIPRESCI en el Festival de Berlín. En Tokyo Tribe confirma una sana afición al exceso y nos regala momentos difíciles de olvidar, como la anciana DJ, la joven sirvienta que hace beatbox, ese tanque conducido por un samurai, el salvaje Merra (Ryôhei Suzuki) rapeando con las balas de sus dos pistolas doradas; o los infinitos tics del capo Buppa al que da vida Riki Takeuchi -al que recordarán de Dead or Alive (Takashi Miike, 1999)- cuya interpretación en esta película me recuerda -no puedo evitarlo- al Aberroncho (Paco Collado) de La Hora de José Mota. Ya, lo siento.

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