TRUE DETECTIVE -TEMPORADA 2- MAYBE TOMORROW


MAYBE TOMORROW (5 DE JULIO DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Al final del episodio anterior de True Detective, el detective Ray Velcoro (Colin Farrell) era asesinado de una forma sorprendente, extraña y dolorosa. Había sufrido todo tipo de humillaciones durante el capítulo y se había revelado como un nihilista sin esperanza abocado a la autodestrucción por la vía del alcohol, las drogas y una conducta violenta y antisocial. El inicio de la tercera entrega de la serie niega todo esto. Ray despierta tras un sueño alucinado en el que habla con su padre -que confirma el tono lyncheano de esta temporada- y que por un instante confundimos con una experiencia cercana a la muerte. Que Velcoro solo haya sufrido heridas por "balas de goma" parece una broma. Es un cambio de tono brusco que sorprende y que interpreto como un pequeño haz de luz en las tinieblas de esta segunda temporada. Como una distancia irónica que, la verdad, me gusta. Las balas de goma, la máscara de cuervo, podrían querer decir que estamos ante un juego. Una representación.


Otra escena, también en el inicio de este episodio, nos muestra a Frank (Vince Vaughn) incapaz de masturbarse en una clínica de fertilidad. Y eso que recibe ayuda de la atractiva Jordan (Kelly Reilly). La breve escena -que en otro registro podría pertenecer a una comedia del propio Vince Vaughn- aporta poco a la trama detectivesca, pero suma pesimismo a la atmósfera de la serie. El "gatillazo" es seguramente la motivación oculta que propicia una escena posterior en la que Frank se pelea a puñetazos con el orondo Danny Santos (Pedro Miguel Arce), un antiguo esbirro del excriminal que le ha perdido el respeto. Por esta vía, Frank busca recuperar la idea de su virilidad. Acaba arrancando los dientes de oro de Santos.


¿Quién mató a Ben Caspere? Ese sigue siendo el McGuffin que lleva a los protagonistas a investigar por diferentes vías y en distintos lugares. Curiosamente, el más interesado en resolver el crimen es el criminal, Frank, y no los policías. De hecho, otro colaborador de éste aparece muerto en circunstancias similares a las de Caspere. Esto nos lleva a los interrogatorios clásicos de una trama detectivesca, con el aliciente de que todo ocurre en la sórdida trastienda de Hollywood: los lugares que visitan los investigadores son más bien excéntricos. La detective Ani Bezzederes (Rachel MacAdams) se presenta en la casa del alcalde Chessani (Ritchie Coster) en la que es recibida por una mujer de acento extraño. El ambiente en esta casa es más bien surrealista y me hace pensar en una película como ¿Qué? (Roman Polanski, 1973). Allí presenciamos cómo una chica desnuda cae a una piscina, lanzada por un agresivo joven, el hijo del alcalde, Tony Chesani (Vinicius Machado), que reconoce estar fingiendo un extraño acento. Esto parece querer decir a los protagonistas, y a nosotros los espectadores, que estamos ante una representación, que todo es falso.


Precisamente, la siguiente parada del interrogatorio es el rodaje de una película que parece un remedo de Mad Max (George Miller, 1979). Estamos otra vez ante una representación. Aquí los protagonistas encuentran una pista que les lleva hacia el posible asesino: un individuo con una extraña máscara. Otra vez estamos ante una referencia que nos lleva a pensar en una representación. Mientras tanto, Paul (Taylor Kistch) asiste a una exhibición de motoristas que nos permite descubrir que su conflicto interior tiene su origen en que ha sido combatiente en Oriente Medio: hay incluso un plano que le coloca debajo de un cartel de la película El Francotirador (Clint Eastwood, 2014). Pero además, descubrimos que Paul pudo tener una relación homosexual en el frente -de la que no se siente orgulloso- y que le provoca una gran incomodidad cuando se ve obligado a investigar en ambientes de prostitución gay. En este contexto vemos otra imagen alucinada: un hombre vestido de ángel practica una felación a un cliente. Otro disfraz.

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