JESSICA JONES -TEMPORADA 1- (NETFLIX, 2015)


Jessica Jones es, para muchos, la serie de 2015. La verdad es que no hace falta colocarla tan alto para reconocerle su lugar entre las ficciones más adictivas de los últimos años. Esto se debe a su efectiva capacidad para mantener el interés a través de su narrativa. Sus primeros capítulos juegan al despiste sobre su identidad genérica, en una estrategia similar a la de El protegido (M. Night Shyamalan, 2000). No se nos cuenta el clásico origen del superhéroe, todo lo contrario, este se convierte en uno de los misterios de la serie. El villano tampoco da la cara desde el principio, y su identidad se construye poco a poco, en la línea del mítico Keyser Söze (Kevin Spacey) de Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995). Y aunque hacia el final de la temporada haya un par de episodios redundantes, un gran final vuelve a elevar el nivel de calidad. Así que, a continuación, algunas -buenas- razones para ver Jessica Jones.



Primero. Es la serie sobre superhéroes ideal para los que tienen prejuicios contra los superhéroes. Jessica Jones es cine negro -ella es detective privado- con un tono oscuro que aborda temas "adultos". Aquí hay sexo, drogas, violencia y ningún personaje positivo. No esperéis a Superman o al Capitán América. Jessica Jones, el personaje, no tiene identidad secreta -se limita a fardar lo menos posible de sus superpoderes- no se disfraza -cree que eso es de strippers- y lejos de luchar por la Justicia, atiende sobre todo a sus propios intereses. Además, Jessica bebe alcohol como solo un superhéroe podría beber. La actriz que la interpreta, Krysten Ritter -¿La recordáis de Breaking Bad?- no es el típico "pibón" y su peculiar belleza aporta una tonelada de personalidad a la protagonista.


Segundo. Si el personaje de Jessica rompe algunos moldes, lo verdaderamente importante en esta primera temporada es el villano. Kilgrave -interpretado por David Tennant de Doctor Who y Broadchurch- no solo es el núcleo del argumento, sino que es lo que define a la heroína. El origen de esta no es Krypton, ni la muerte de sus padres, ni la fórmula del supersoldado o una explosión de rayos gamma: es que está jodida por lo que le hizo este supervillano. La Jessica que nos presentan aquí se define completamente por todas las putadas que le ha hecho Kilgrave. Esta serie no es otra historia de buenos y malos, sino una reflexión -en algún episodio bastante profunda- sobre el abuso de poder y el acoso en todas sus formas desde una óptica femenina -que no feminista- que seguramente debemos a su showrunner, Melissa Rosenberg.


Por último, para los fans de los superhéroes, Jessica Jones forma parte del ambicioso Universo Marvel Cinemático, que incluye películas y series con un macro-argumento común. Esta serie ocurre en el mismo mundo que Vengadores: La era de Ultrón (Joss Whedon, 2015), aunque parezca mentira. Jessica Jones demuestra que el de los superhéroes es un subgénero -de la ciencia ficción- en el que cabe de todo. Además, forma parte del proyecto de Netflix de interconectar sus series -Daredevil, Luke Cage, Iron Fist y ahora hay rumores de otra sobre The Punisher- para luego reunir a todos sus personajes en Los Defensores. Así, en Jessica Jones aparecen Luke Cage (Mike Colter) y Claire Temple (Rosario Dawson) de Daredevil. Eso sin contar los ingeniosos guiños para los verdaderos fans de los tebeos, como la historia del personaje de Patsy Walker (Rachael Taylor), mejor conocida como Gata Infernal.

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