BLUE RUIN (JEREMY SAULNIER, 2013)



Dwight Evans (Macon Blair) es el superviviente de un Apocalipsis personal. Sobrevive rebuscando en la basura, entrando en casas vacías y durmiendo en un viejo coche -una ruina de color azul- como si se hubiera acabado el mundo. Solo que alrededor de Dwight todos viven una existencia completamente normal. Porque el Apocalipsis solo le ha ocurrido a él. La barba larga y el pelo sucio revelan que Dwight es como un náufrago, pero rodeado de gente y aislado en medio de la civilización. Pegada escrupulosamente al punto de vista de su protagonista, Blue Ruin es una película poderosa que se mueve siempre hacia adelante, sin detenerse, empujada por la sed de venganza que mueve a Dwight. No hay un solo diálogo explicativo, sin embargo, entendemos al personaje y nos ponemos de parte de ese (anti)héroe imposible de cara blanda y ojos tristes que parece más un oficinista que un ángel vengador. La película escrita, dirigida y fotografiada por Jeremy Saulnier -ganador del premio FIPRESCI en Cannes- deja al descubierto el lado más primitivo de la naturaleza humana: la violencia, el odio, la venganza y los atávicos lazos familiares que desatan esos sentimientos. Los coches, móviles y rifles automáticos no esconden lo que es una sangrienta guerra entre clanes que ocurre al margen de las leyes y de la civilización.

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