THE GET DOWN: EL HIP HOP CONTRAATACA


Es difícil resistirse a la propuesta de The Get Down si naciste, como yo, a mediados de los 70. La serie de Baz Luhrman -Moulin Rouge (2001)- se apropia del espíritu de esos años previos a los consumistas 80 -bien representados, en el episodio final, con el nuevo "loro" de Sony- recreando perfectamente una época que tiene el sonido rugoso de las cintas de cassette, los colores vivos de la ropa que llevábamos, el tacto del papel barato de los cómics de Marvel, la energía de bailes coreográficos que parecían poder cambiar el mundo y sobre todo Star Wars (George Lucas, 1977), una maravilla misteriosa que se podía interpretar como un sueño revolucionario y que no era la mastodóntica franquicia de hoy. En aquella época los musicales parecían todavía vigentes -pronto llegarían los primeros videoclips- y quizás vuelvan a serlo ahora, tras el éxito de La La Land (Damien Chazelle, 2016) o la posible renovación de esta estupenda serie. The Get Down acaba ganándote gracias a sus jóvenes protagonistas, que tienen tanto carisma como los chavales de Stranger Things. La falta de realismo de la serie carece de importancia por una sana intención fabuladora: estamos ante una fantasía romántica de sueños de fama que, sin embargo, tiene un lado oscuro en el crimen callejero y las drogas, tratados, eso sí, con tono de tebeo. De hecho, en estos nuevos episodios las viñetas de cómic salpican la narración con breves animaciones que transforman en superhéroes a los personajes principales. Esto refleja la apropiación que la contracultura hizo del noveno arte en aquella época, desde el underground hasta las historias más rompedoras de Marvel y DC. Algo similar ocurre con el cine de artes marciales -con Bruce Lee como máximo mito- y con lo que hoy llamamos cine grindhouse. The Get Down mezcla todo esto, pero lo mejor es sin duda su música. Los temas que interpreta Mylene Cruz (Herizen F. Guardiola) son emocionantes; los números de los Get Down Brothers tienen fuerza y molan; las pequeñas transiciones musicales sobre imágenes de archivo, que agilizan la narración, nos permiten una completa inmersión en la época en la que se sitúa la historia, ocultando carencias de presupuesto, que las tiene, a pesar de ser una de las producciones más caras de Netflix.


The Get Down no evita temas serios como el racismo -los intentos de Ezekiel 'Books' Figuero (Justice Smith) por abrirse camino en el mundo de los blancos- y también se habla de drogas, de corrupción política y hasta de la religión. Pero la serie brilla más en sus temas heredados de musicales clásicos como West Side Story (Robert Wise,1961) -los enfrentamientos entre bandas, el amor juvenil- o la divertida guerra entre la música disco y la cultura del hip hop: espectacular la secuencia del duelo de baile entre Shaolin Fantastic (Shameik Moore) y Cadillac (Yahya Abdul-Mateen II). Pero lo que de verdad buscan estos personajes es la libertad: recordemos el tema musical de la primera parte, Set Me Free. Quieren ser libres expresándose artísticamente: cantando, rapeando, bailando, pinchando o escribiendo en paredes. Pero para luchar por esa libertad necesitan un mito -el primer capítulo se titula Unfold Your Own Myth- que acaba siendo nada menos que Star Wars:  el ideólogo del grupo, Ra-Ra (Skylan Brooks) encuentra en los conceptos acuñados por George Lucas -basados en Joseph Campbell- la inspiración para unir a los oprimidos en la batalla para liberarse de todo tipo de cadenas. Los estamentos del poder representados en la historia -políticos, empresariales, criminales, religiosos y hasta familiares- buscan controlar a los jóvenes protagonistas. Hay una imagen muy clara al respecto, cuando un grupo de aduladores despedaza una tarta con la imagen de la estrella en ciernes, Mylene Cruz: todos quieren su trozo del pastel. Los medios de opresión que utilizan los poderosos son tan seductores como el dinero -Fat Annie (Lilias White)- la fama -Roy Asheton (Eric Bogosian)- las drogas - Little Wolf (Tory Devon Smith)- la fe -el pastor Ramón Cruz (Giancarlo Espósito)- el sexo -Carmelita (Danai Kadzere)- y hasta las promesas de un futuro mejor -Francisco 'Papa' Cruz (Jimmy Smits)-. Como en toda revolución, los jóvenes héroes acabarán descubriendo que para romper estas cadenas, hace falta recurrir a la violencia, o sufrirla. Es entonces cuando descubren la necesidad de una verdad más profunda para poder liberarse y es aquí cuando aparece La Nación Zulú, movimiento pacifista empeñado en luchar utilizando la expresión artística antes que las armas. Pero como he dicho antes, esa verdad buscada acaba siendo menos política y más fantástica, en la forma de La Guerra de las Galaxias. Tras esto, y coherentemente, el enfrentamiento final entre el bien y el mal, el clímax, ocurre en un macroconcierto en el que se decide todo. Esta segunda parte de The Get Down se despide con un tono melancólico que se puede interpretar como un cierre definitivo de su historia, aunque se deje también la puerta abierta a una nueva temporada. Ojalá.

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