WONDER WOMAN: EN TIERRA DE HOMBRES



Lo que consigue Wonder Woman para las películas de superhéroes de DC Comics es tan importante como sencillo: recuperar el sentido de la diversión. Si la presencia de la amazona (Gal Gadot) fue lo más refrescante de la espesa Batman v. Superman (Zack Snyder, 2016), en su primer largometraje -habrá secuela- la historia de esta heroína consigue que volvamos a pasárnoslo bien. Wonder Woman es lo mejor que ha estrenado DC desde la estupenda -pero fría- trilogía de El caballero oscuro (2005-2012) de Christopher Nolan y un gran paso adelante con respecto a la decepcionante Escuadrón suicida (David Ayer, 2016). De hecho, yo no disfrutaba tanto desde la prehistórica Superman II (Richard Donner, 1980). Pasar un buen rato en el cine es algo que se le había olvidado a DC, mientras en la pequeña pantalla, las versiones catódicas de héroes menores -véanse The Flash y Supergirlsí parecen tener clara la fórmula. Eso sin mencionar que Marvel Studios ha conseguido divertirnos -al menos- película tras película, y eso que van 15. De hecho, algo se fija esta Wonder Woman en sus rivales por la taquilla friki. La primera aventura de la guerrera, situada en la primera guerra mundial, parece una remezcla pulida y muy mejorada de Capitán América: El primer vengador (Joe Johnston, 2011) por su tono pulp de aventura retro; también de Thor (Kenneth Branagh, 2011) por colocar a un personaje mitológico entre mortales; sin olvidar el feminismo situado en una época machista que recuerda a la serie Agent Carter (2015-2016). También hay que decir que Wonder Woman no necesita mirarse en otros héroes. El personaje original tiene solera suficiente. Creada en 1941 por el psicólogo William Moulton Marston -y por su mujer- como un diáfano icono feminista, compitió cara a cara con Batman y Superman en cuanto a ventas y es de los pocos tebeos que se ha publicado casi ininterrumpidamente desde la llamada Edad de Oro del comic bookDebería resultarnos chocante que esta sea la primera película sobre el personaje tras 76 años de historia.



Y esta primera traslación de Wonder Woman a la pantalla grande es francamente estupenda. En gran parte debido al buen hacer de Patty Jenkins, que dirige su segundo largometraje tras Monster (2003). Si aquella era una aproximación femenina sobre los siempre masculinos asesinos en serie, esta se convierte en el primer gran éxito cinematográfico con superheroína al frente, tras fracasos sonados como Catwoman (2004) o Elektra (2005). Hablemos también del guionista: Allan Heinberg estaba predestinado a escribir esto. Heinberg tiene una fructífera carrera televisiva que incluye las mejores temporadas de Anatomía de Grey (2005); pero mencionemos también que su trabajo en Sexo en Nueva York (1998-2004) incluía un episodio que dejaba entrever su pasión por los cómics. En este, Carrie Bradshaw (Sarah Jessica Parker) se ligaba a un joven dibujante de tebeos y llegaba a comentar de Wonder Woman que le encantaba porque "incluso sus accesorios tienen superpoderes". Este interés de Heinberg por los superhéroes se tradujo en su participación directa en cómics como la estupenda Jóvenes Vengadores (2005) para Marvel y en la cabecera de la propia Wonder Woman para DC, aunque apenas escribiera cuatro números por sus compromisos televisivos. Por si fuera poco, Heinberg produjo un piloto para una serie de televisión en 2012, titulado Amazon, que no llegó a concretarse, pero que habría reunido a Diana Prince con Arrow en la cadena CW. Así que podemos decir que este film era para su guionista una cuenta pendiente.



En cuanto al casting, Gal Gadot encarna a perfección la belleza -sin duda- de la heroína, pero también cierta inocencia y su naturaleza de símbolo de todo lo "bueno" -la verdad, la paz, la libertad, el amor- aportando la dosis justa de humanidad. Igual de importante es su coprotagonista, Steve Trevor, interpretado por Chris Pine -el capitán Kirk del nuevo Star Trek- que habría sido un perfecto Capitán América y que aquí cumple como un héroe más mundano, con defectos y dudas humanas. A la pareja protagonista la secundan un grupo de mercenarios variopintos, algo así como unos Comandos aulladores -los de Nick Fury- o si lo preferís, unos Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009) de tebeo. Como suele ser habitual, actores veteranos y solventes completan el reparto en pequeños papeles: Robin Wright, Danny Huston, y David Thewlis. No olvidemos a Elena Anaya en un rol que le exige ocultar su belleza. Todos estos son los ingredientes de cualquier blockbuster, pero aquí se mezclan con gracia, desenfado e incluso con algo de alma. Lo mejor de Wonder Woman es cómo transita del peplum -con sus referencias a la mitología griega- para pasar luego a la comedia romántica -con un punto de My Fair Lady (1964)- y continuar con el género bélico -ahí están las trincheras de Senderos de gloria (1957)- salpicado todo con mucho humor y con logradas escenas de acción ralentizadas a lo 300 (2006) -recordemos que Zack Snyder produce esto-. Es en el tramo estrictamente superheroico cuando el film decae un poco, en el enfrentamiento final con el gran enemigo misterioso que había permanecido en las sombras. Pero la película sobrevive gracias a su mensaje de amor -naive pero coherente con la idea original de Moulton- que conecta con el espíritu setentero y pop de la famosa serie de televisión: solo ha faltado un cameo de la espectacular Lynda Carter para que esto sea perfecto.

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