LA LEGO PELÍCULA (PHIL LORD & CHRISTOPHER MILLER, 2014)



Hay dos tipos de personas. Primero, las que de niños abrían una caja de Lego y seguían las instrucciones paso a paso hasta conseguir una construcción idéntica a la de la foto de la tapa. Y luego están las que no se podían resistir a acoplar las piezas de forma caótica "a ver qué sale". Creatividad o conformismo.


-AVISO SPOILERS-

Al menos a mí me parece un golpe de genio que los creadores de La Lego Película hayan utilizado esa sensación y la hayan convertido en el tema principal, en el alma, de esa tarea imposible que es adaptar un juego de construcción de bloques de plástico al cine. Lego es un juguete clásico con la virtud de estimular la imaginación. Pero también es cierto que nunca había tenido una narrativa propia. No la necesitaba. Sus construcciones emulan objetos, vehículos y edificios reales, y eso era suficiente. En los últimos años, Lego ha adaptado historias de otros medios por la vía de las licencias: Star Wars, Indiana JonesMarvel, Harry Potter, etc. Pero eran narrativas prestadas. La Lego Película consigue crear una historia propia con esos bloques de plástico sin olvidar su naturaleza de juguete -ya para todas las edades- utilizando una metáfora sobre el conformismo que además juega a la metaficción. Para ello utiliza esa estructura tan del gusto de Hollywood -pero de probada eficacia- que es el viaje del héroe del mitólogo Joseph Campbell. Conocemos al protagonista, Emmet (Chris Pratt) en su mundo cotidiano, recibe la llamada de la aventura, encuentra un mentor (Morgan Freeman), se hace con aliados (¡Batman!), parece morir, resucita y hasta tiene un encuentro con ¿Dios? (Will Ferrell).


Hay otra película que también utiliza el viaje del héroe y que me viene a la cabeza inevitablemente: The Matrix (Hermanos Wachowski, 1999). La Lego Película parece un remake con juguetes de esa trilogía de ciencia ficción, y no sólo porque Emmet sea asimilable a Neo (Keanu Reeves) y tenga su propia Trinity (Carrie-Anne Moss) en Lucy (Elizabeth Banks). Hay momentos que parecen referencias explícitas, como esos enemigos robóticos que parecen pulpos, ese villano policía que interpreta Liam Neeson y que recuerda también al Robert Patrick de Terminator 2: el juicio final (James Cameron, 1992), y sobre todo, lo referente al renacimiento del héroe, cuando este alcanza una percepción total de la existencia, tras un "viaje" que cita a 2001: una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968). Si en The Matrix, Neo consigue ver detrás del velo de la falsa realidad y descubre un código binario; aquí, Emmet lo mira todo como si fuera el manual de montaje de un juguete de Lego.


Ahora bien, lo que mantiene unidas todas estas piezas tan dispares en La Lego Película es el humor. Lo mismo ocurre en Guardianes de la Galaxia (James Gunn, 2014), con la que esta comparte protagonista. En ese sentido, no es casual que los mejores chistes recaigan en ese Batman de las películas de Christopher Nolan: en ellas se ha desterrado cualquier tipo de sentido del humor y ahí está la gracia. Pero además, Batman es por definición -y por contraste con Superman- un hombre sin poderes que se levanta por encima de los conformistas.

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