MAD MEN -TEMPORADA 7- SEVERANCE


SEVERANCE (5 DE ABRIL) -AVISO SPOILERS-

"La vida no vivida" le dice Ken Cosgrove (Aaron Staton) a Don Draper (Jon Hamm) y esa puede ser la frase que resume las intenciones del primer capítulo del final de Mad Men. Se acaba una de las mejores series que he visto y quizás por eso los personajes se enfrentan a la idea de su propia "muerte". Toman conciencia de lo que son, y de los caminos que no eligieron.


Empezamos viendo a Don Draper como pocas veces le hemos visto: completamente libre, soltero y sin la necesidad de llevar una doble vida para satisfacer una voracidad digna de James Bond. Draper maneja modelos a su antojo en los castings, hace que su secretaria le organice una apretada agenda sexual y se cita con mujeres sin descanso. Probablemente por eso le parece familiar la camarera de un restaurante, Diana (Elizabeth Reaser), porque ha conocido a tantas que ya no sabe con quién ha compartido cama. Don Draper debería ser feliz, pero sabemos que tras su fachada de hombre rico, guapo y exitoso, se siente solo. En un estado de confusión e insatisfacción, Don busca a Diana, esa mujer misteriosa que siempre ha perseguido. Por una propina malinterpretada de 100 dólares -dejada por un desalmado Roger Sterling (John Slattery)- Diana se prostituye con Don y eso acaba con las esperanzas de este de conocer a la camarera. Diana encaja en el estilo de esas mujeres de las que Don se ha enamorado durante la serie, más atractivas que guapas, lejos de la belleza espectacular de Betty (January Jones), Megan (Jessica Paré) o de las modelos con las que ahora alterna. Por eso Don tiene sueños con Rachel (Maggie Siff), un amor del pasado -de la primera temporada- que no pudo ser. Don deseaba una vida con Rachel, pero tras descubrir su muerte, solo puede soñar con ella. En el funeral, la hermana de Rachel le dice a Don que ella tuvo la vida que quería. Don no ha tenido esa suerte.


Joan (Christina Hendricks) tiene todo el dinero del mundo. O al menos eso piensa Peggy (Elisabeth Moss) que no entiende que siendo socia de la agencia, siga aguantando las humillaciones machistas de los hombres que la rodean. ¿Es esa la vida que quiere Joan? La respuesta parece ser afirmativa: Joan se quita el mal sabor de boca de las burlas machistas comprando los vestidos más caros de una tienda de lujo. Joan miente a la dependienta negándole haber trabajado allí: no quiere recordar lo que fue, ni siquiera para conseguir un descuento.


Peggy, por su parte, goza del éxito profesional, pero no puede evitar soñar también con otra vida. Un comentario despectivo de Joan sobre su aspecto físico hace que Peggy se lance a por una cita a ciegas que en principio había rechazado. Al principio de la cena Peggy muestra su verdadera personalidad, pero un comentario de su pretendiente le hace adoptar una actitud más complaciente. Unas cuantas copas revelan a una Peggy menos exigente a la hora de elegir pareja y sobre todo a una romántica capaz de plantearse un intempestivo viaje a París. Pero cuando el efecto del alcohol se disipa la Peggy racional recupera el control y evita intimar demasiado con un desconocido. La resaca posterior hace que se arrepienta de todo y se avergüence. Pero nos quedamos con la duda ¿cuál es la verdadera Peggy? ¿Se arrepiente -aunque sea en parte- de no haber vivido de una forma más tradicional -tener pareja- en una sociedad machista?


El protagonista sorpresa del episodio es Ken Cosgrove y su conflicto es esa vida que no vivió. Ken deseaba ser escritor, pero como tantos otros, guardó su novela en un cajón para dedicarse a un trabajo remunerado más seguro y estable. La jubilación de su suegro (Ray Wise) desencadena en la mujer de Ken, Cynthia (Larisa Oleynik), una sensación de urgencia que le lleva a pedirle que deje su trabajo y comience por fin su carrera literaria. Cynthia no quiere que su marido desperdicie su vida como lo hizo su padre. Ken no está tan seguro. Pero la vida toma la decisión por él, y Ken es despedido de la agencia de publicidad. Cosgrove parece decidido entonces a hacer realidad su sueño. Su situación resuena en Don Draper y también en Pete Campbell (Vincent Kartheiser) que dice sentir envidia de Ken y con nostalgia recuerda en voz alta su etapa en California: otra vida que no pudo ser, que ahora parece un sueño. La clave de la historia de Ken, sin embargo, está en esa indemnización que da título a este episodio. Cosgrove decide no cobrarla y acepta un puesto en la compañía de su suegro, convirtiéndose en cliente de la agencia que le despidió. Ken encuentra satisfacción en la venganza, pero sospechamos que su novela ya nunca será escrita. La vida no vivida.

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