VENGADORES: INFINITY WAR -UNIVERSO COMPARTIDO


No se puede afrontar el análisis de Vengadores: Infinity War como si fuera una película más. Ni siquiera es una secuela al uso. Es el crossover más ambicioso de la historia del cine, al menos en términos cuantitativos. Estamos hablando de una obra que reúne a personajes que han protagonizado 18 films previos, desde Iron Man (2008) hasta Black Panther (2018). Diez años de historias y de pequeños pasos para construir la llegada de un gran enemigo, Thanos (Josh Brolin) quien, por fin, se convierte en el villano principal de la función. Este Universo Marvel Cinemático incluye, además, varias series de televisión. Sobre todo Agentes de S.H.I.E.L.D y Agent Carter han estado vinculadas a las películas, pero también las ficciones de Netflix como Jessica Jones o Daredevil comparten universo aunque de manera tangencial. Este proyecto narrativo solo tiene un precedente, el de los propios cómics de Marvel que, en los años 70 y 80 -sobre todo- hicieron del crossover y del universo compartido una de sus señas de identidad y su gran reclamo. Los lectores de tebeos de superhéroes estamos muy acostumbrados a esta estructura de río: el relato se bifurca en afluentes infinitos sin un desenlace definitivo -series como Perdidos y Fringe han hecho algo similar en televisión-. Son ficciones que se reinventan constantemente -los comic books tienen nuevos números "1" cada pocos años- pero que mantienen vivo un 'fondo de armario'  de décadas de personajes e historias. Dicho esto, nos encontramos con el gran escollo para el análisis: la experiencia no será igual para el que haya visto los films antes citados que para el espectador casual. A nadie se le ocurriría ver el final de Juego de Tronos sin conocer antes la serie y el que haya seguido varias temporadas no se perderá el desenlace. Así, esta película de Marvel Studios será imprescindible para el fan, independientemente de que las críticas sean favorables o destructivas.

Dicho todo esto, esta tercera entrega de Los Vengadores -la primera sin Joss Whedon- solo es posible porque su nutrido elenco de personajes ya ha sido presentado, desde el recién llegado Spider-Man hasta héroes que han evolucionado, como el Capitán América, Iron Man o Thor. Esto permite entrar directamente en la acción -de escala épica, pero tratada con humor cotidiano- que se divide en varios frentes repartidos por grupos de personajes. El gran acierto es disfrutar de la interacción entre los héroes de las diferentes películas, que no habíamos visto juntos. Pero, en general, se mantienen las constantes de cada film, con sus señas de identidad. La película ofrece tres tipos de cosas casi sin parar: batallas de efectos especiales espectaculares -que suplen las carencias como directores de los hermanos Russo, más televisivos que inspirados- golpes de humor muy de agradecer -los actores aportan el carisma y la gracia a un guión lineal- y fan service: guiños a la franquicia, a los tebeos, a todo lo que mola. Esta combinación es prácticamente imbatible, pero, además, la historia sorprende elevando por primera vez a un villano Marvel a la altura de sus héroes: Thanos, a pesar de ser CGI, tiene consistencia. Si hasta ahora, en cada entrega habían presentado a un nuevo superhéroe, esta es, sin duda, la película del titán loco. Vengadores: Infinity Wars es capaz de detenerse en un gag de Drax (Dave Bautista); de ser hermosa en sus escenarios de sci fi; de sorprender con estrellas invitadas -hay una, impagable, que encima me parece puro Jack Kirby- y con regresos inesperados; es capaz de matar a personajes realmente queridos y de un final arriesgado en su naturaleza anticlimática. El evento cinematográfico del año.

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